domingo, 15 de marzo de 2009

SER MAESTRO. PABLO ROMERO IBÁÑEZ


SER MAESTRO
Pablo Romero Ibáñez[1]
pabloromeropedagogo@gmail.com

Les invito hacer una reflexión que propongo sobre dos componentes claves que todo maestro, profesional de la educación, necesita poseer, y con más razón, si desea generar procesos de aprendizaje significativos en sus estudiantes; me estoy refiriendo a estos dos conceptos: 1. El amor y 2. La preparación. Sin amor no se puede concebir un maestro significativo y sin preparación, sería altamente peligroso en su interacción académica.
En esta sección abordaré el AMOR. (Véase en la otra ventana: Preparación).
En una ocasión, me invitaron a intervenir un proceso de evaluación realizado por estudiantes acerca del desempeño de los docentes de un colegio de Bogotá D.C. Allí, leí afirmaciones de estudiantes de grado 5º como estas: la profesora Claudia es muy linda, nos trata con cariño, juega mucho con nosotros, lástima que no domina la asignatura que nos dicta. En otro caso, leí esto: el profesor Luís es exigente, sabe mucho, pero no le entendemos nada, no tiene paciencia y es de mal genio, nos regaña por todo, ojalas y se vaya.
Obsérvese que el primer caso de valoración, reconoce el amor que la docente le da a sus estudiantes, pero, a pesar de ese reconocimiento que sus estudiantes le hacen, le exigen además, un dominio mínimo, básico de la asignatura de su responsabilidad, y en la segunda valoración, es todo lo contrario. Al docente evaluado, se le reconoce su dominio del área, campo de estudio o asignatura que maneja, pero también se le reclama que de más cariño, que interactúe con buen trato, que tenga paciencia; mejor dicho, se le pide que eduque con amor.
Veamos entonces, cómo es que se experimenta el amor y la preparación en la praxis pedagógica de un maestro significativo.
  1. Amor
Tradicionalmente la escuela ha descuidado y minusvalorado el componente afectivo frente al cognitivo, olvidando que el ser humano aprende con mayor facilidad cuando la afectividad, la salud mental y emocional están aseguradas.
Existen miles de autores, científicos, artistas e investigadores entre los que se encuentran psicólogos, psiquiatras, sociólogos, filósofos, antropólogos, pedagogos, teólogos, politólogos, expertos en ética y bioética que están de acuerdo en la necesidad de construir una sociedad con un sólido imaginario colectivo centrado en el buen trato, en el amor; por ejemplo, consúltese la obra Inteligencia emocional de Goleman (1997) y su obra Inteligencia social (2006), los aportes y aplicaciones educativas de Vallés y Vallés (2000), las reflexiones de Gil María del Carmen (2008), los estudios psiquiátricos de Lammoglia (2002) y entre miles de aportes más, sugiero consultar la obra Pedagogía de la humanización en la educación inicial de Romero P. (2008).
Recuérdese, a mayor autoestima, mayor facilidad para aprender, y entre más exista la presencia explícita del amor y de un ambiente agradable de trabajo, mayor posibilidad existirá de acceder al aprendizaje significativo.
Según el diccionario de la lengua española, real academia española, el concepto amor –siguiendo su raíz latina- significa: “sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro en unión con otro ser”. También posee esta significación: “sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o a algo”.
Siguiendo el concepto: inclinación, entrega a alguien o a algo, es el uso que propongo para la comprensión del sentido y significado de ser maestro.
Un maestro humanizador, es aquel que se entrega a su profesión, a sus estudiantes; por tanto, ama la profesión, ama lo que hace, ama a sus estudiantes, está enamorado de las exigencias de esta profesión y está comprometido con la formación de seres humanos con madurez mental, en un ambiente agradable de trabajo y fundamentalmente con buen trato.
Lo anterior no exime al maestro de vivir momentos de crisis, de soledad, sufrimiento, maltrato, angustias, falta de inspiración y preocupaciones múltiples que le pueden hacer dudar del sentido de ser maestro.
La motivación como expresión pedagógica del amor
A diario leo artículos y ensayos sobre educación, y por lo menos dos veces a la semana, tengo la costumbre de leer los artículos empresariales que aparecen en las revistas de gestión empresarial, en la prensa y de las diferentes aerolíneas en las que viajo, y ¿Qué encuentro siempre? Artículos que invitan e intentan convencer sobre la necesidad de generar verdaderos procesos de motivación en el entorno laboral, social o educativo en el que nos movemos, y esto, más vale que lo hagamos si en verdad, queremos experimentar resultados alentadores.
Y es que sin duda, sobre el asunto de la motivación, existen miles de teorías que siguen defendiendo la idea que: en la ausencia de procesos de motivación no debería existir un proceso de interacción social y de enseñanza-aprendizaje.
El problema de lograr una verdadera experiencia de motivación, pasa por resolver y comprender múltiples preguntas que normalmente un docente cotidianamente no se hace y que un maestro significativo si se plantea como: ¿Por qué este estudiante es tan dedicado y este otro no? ¿Por qué aquel estudiante no trae tareas y por qué aquel sí? ¿Qué lleva a qué este estudiante participe tanto en clase y aquel no? ¿Por qué aquel estudiante aprende con mayor facilidad que los demás? ¿Qué motiva a un estudiante a colaborar permanentemente y en forma activa y desinteresada? ¿Qué actividades, estrategias o metodologías puedo implementar para mejora la actitud de este o aquel estudiante?
En este sentido, Reeve, Johnmarshall (1999:2), sostiene que el intento de explicar qué es lo que causa el comportamiento nos lleva a formular preguntas más específicas, del tipo: “¿Qué es lo que inicia el comportamiento?”, “¿Cómo se mantiene el comportamiento?”, “¿Por qué se dirige hacia algunos fines y no otros?”, y “¿Cómo se detiene?” (Por ejemplo, Hunt, 1965; Jones 1955). No basta con preguntar qué es lo que causa que una mujer entrene para ganar la medalla de oro; también deberíamos preguntarnos por qué, en primera instancia, empezó a entrenar. ¿Qué es lo que energiza su esfuerzo hora tras hora, día tras día? ¿Por qué practica ese deporte y no otro? “Cuando entrena, ¿Por qué después se para, sea durante el día o en el transcurso de su vida?” Un análisis motivacional del comportamiento ha de pasar por lo tanto por la comprensión del comienzo, la persistencia y el final de la conducta.
No es sencillo comprender cómo se produce y cómo finaliza un proceso de motivación en cada estudiante, porque esta dinámica está en constante interacción con la representación cultural a la que se pertenece, la tradición, las creencias, los afectos, los gustos, las inclinaciones e intereses.
Así que no hay decálogos ni reglas de oro para aplicar procesos de motivación significativos; pero si existen resultados de investigación, experiencias y teorías que permiten que nos acerquemos a su comprensión y aplicación en el aula de clase; por ejemplo, con mi hijo Leonardo Andrés, me pasó esta experiencia:
Mientras el estudiaba para su evaluación de álgebra, al lado suyo, me encontraba excitado escribiendo esta obra, cuando noté su preocupación; así que le pregunté ¿Qué sucede? ¿Por qué estas tan preocupado? El me respondió que no comprendía un ejercicio de álgebra que hace horas intentaba resolver; entonces le volví a preguntar: ¿Bueno y yo en qué te puedo colaborar? De inmediato, casi que no me deja terminar mi pregunta, cuando me dijo: déjame colocar mi música y verás, -ok haz lo que quieras, le dije- de inmediato instaló una “ruidosa y delirante música” y en menos de cinco minutos observé atónito su grito: lo logré, lo hice, es fácil, que duro soy, breve, qué nota.
La verdad, no comprendo muy bien qué fue lo que sucedió y cómo es que una música que no comprendo y me altera, puede generar inspiración, motivación, activación de la comprensión, de la inteligencia en un ser humano. Lo que si tengo claro, es que el sí que le di, a su petición, fue con amor.
Estoy hablando de un joven de hoy, lo que a ellos les inspira, y de paso los motiva a estudiar, trabajar y comprender, a muchos adultos como yo, nos desconcentra y nos deja fuera de inspiración; por eso, hablar de motivación es un asunto complejo y exige mayor dedicación de la que la mayoría de los docentes le han puesto al asunto.
Reeve, Johnmarshall (1999:4), plantea que la motivación es más bien un proceso dinámico que un estado fijo. Al definir la motivación como dinámica, se afirma que los estados motivacionales están en continuo flujo, en un estado de crecimiento y declive perpetuo.
Por ejemplo, Mc. Clelland, David (1989:579), en su obra sobre el estudio de la motivación humana, plantea que: “si las personas aprenden cómo hacer algo mejor, esto por definición incrementa la probabilidad de que triunfen en esta actividad y hace más probable que realicen la actividad si están motivadas para hacerla y la valoran”.
Para hacer realidad, la aplicación de la motivación como realidad didáctica, Rosenthal (1966) nos aporta la experiencia de la aplicación del efecto Pigmalión como enfoque de motivación en el ámbito educativo. Este autor, expone que la expectativa o el sesgo de un experimentador influían intensamente en el modo en que se comportaban los sujetos en una variedad de diferentes tipos de situaciones. Rosenthal y Jacobson, citado por Mc. Clelland (1989:579-580) llegaron a la conclusión de que bastaba con dar a un profesor la expectativa de que algunos alumnos de sus clases, elegidos al azar tenían una gran capacidad para que mejorara considerablemente el rendimiento académico de esos alumnos.
Mc. Clelland (1989) nos socializa un resultado típico; estudio que fue realizado sobre chicos de raza negra del casco urbano de siete a once años y del segundo al quinto grado, la mayoría de los cuales no obtenían buenos resultados en la escuela. Al profesor de cada grado se le comunicaron las auténticas puntuaciones del test de capacidad de una mitad de la clase elegida al azar y para la otra mitad unos resultados de capacidad con una desviación típica más alta que sus puntuaciones reales. En otras palabras, se indujo a los profesores a creer que la mitad de sus alumnos eran mucho más brillantes de lo que sus resultados de test mostraban que en realidad eran. Al final del curso escolar, esos alumnos revelaron un progreso mucho más amplio en los test de lectura y de logros aritméticos que los estudiantes cuyas auténticas puntuaciones de actividad, habían sido confiada a los profesores. Sin duda, progresaron mucho más aquellos a quienes los profesores consideraban particularmente brillantes.
Recordemos otra evidencia de investigación, citada por Mc. Clelland (1989: 582), como es la que desarrolló Dweck (1975) hizo que unos niños realizaran cierto número de tareas durante su adiestramiento. Los niños tenían éxito en la mayoría de las tareas, pero fracasaban en algunas. Siempre que fallaban se les decía: “Has acertado solo en…… Eso significa que debes esforzarte más”. A otros niños se les proporcionó exclusivamente información de sus éxitos. Los que habían sido adiestrados en la atribución del fracaso a la falta de esfuerzo rindieron más después del adiestramiento y les afectó menos una experiencia de fracaso que quienes fracasaron sin haber recibido adiestramiento.
La idea que estoy defendiendo posee una doble vía: 1. Por un lado, sin amor no existe la posibilidad de generar procesos de motivación y 2. Sin motivación, no hay forma de concebir a un maestro significativo; pero motivación no quiere decir alcahuetería, o un simple dejar hacer; por el contrario, exige un proceso intencionado de educación en el descentramiento, la valoración del ritmo y estilo de aprendizaje de cada estudiante, buen trato, en la interlocución y el aseguramiento de un ambiente agradable de trabajo.



[1]Escritor, asesor e interventor internacional en educación y Bioética. Sector empresarial y educativo. Estudios en filosofía y semiótica en la U. Nacional de Costa Rica, Teólogo de la U. Nacional de Costa Rica, licenciado en Teología en la U. de San Buenaventura de Bogotá D.C. Especialista en Arte y folclor, especialista y magister en Bioética, especialista en pedagogía y docencia universitaria en la U. El Bosque, postgrado en Gerencia de proyectos educativos en la U. Industrial de Santander, doctor honoris causa en educación: Punta del Este Uruguay. Autor de 28 libros sobre Pedagogía, Educación Artística, Didáctica, desarrollo de pensamiento y Creatividad. Autor de 15 guías didácticas sobre Pedagogía artística. Co-director de 26 libros de Educación artística. Autor de numerosos artículos de pedagogía, publicados en revistas internacionales de educación y en periódicos de circulación nacional. Total libros: 69. Total artículos de pedagogía y creatividad publicados en revistas y prensa: 72. Total publicaciones: ciento cuarenta y una publicaciones (141). Publicación en proceso: Ser maestro.
17 premios, convocatorias, nacionales y regionales en investigación e innovación educativa. Un premio internacional en arte y cinco reconocimientos internacionales en innovación educativa. Co-autor de una especialización en desarrollo de procesos de pensamiento aprobados por el Ministerio de educación nacional y el Consejo nacional de acreditación. Autor de tres programas de formación superior en herramientas pedagógicas, desarrollo del pensamiento creativo y gerencia de proyectos. Ponente en numerosos congresos internacionales y nacionales de educación. Numerosos debates en universidades y en el congreso de la república. Pablo Romero es en la actualidad: docente investigador, autor y director de la investigación en Pedagogía de la humanización, en la Universidad de San Buenaventura de Bogotá D.C., asesor e interventor internacional en asuntos pedagógicos con Ediarte S.A. Conferencista e interventor en pedagogía con Magisterio formación. Estudiante de tercer semestre de la Maestría en Bioética de la Universidad El Bosque. Cel. 31468323248. Tel (1) 8025895. Asesorías actuales a México, Venezuela y Colombia. Conferencias y asesorías a la Biblioteca del estado de Zulia Maracaibo – Venezuela. Al grupo escolar Simón Bolívar 8 colegios (México), U. Libre, U. Nacional, SENA (Cartagena), U. De San Buenaventura, cientos de colegios entre los que se encuentran: La Salle, Stella Matutina, Walt Witman, ONG. y diversas editoriales.

1 comentario:

  1. Hoy 15 de mayo muchos celebran el día del maestro, tengo la esperanza que algún día, todos los días, incluso el sábado, el domingo y los festivos, sea el día del maestro; es decir, se le trate con dignidad, con amor, con respeto...

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